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Los pequeños productores suministran más del 70% de la producción alimentaria mundial. A pesar de ello, la mayoría vive en situación de vulnerabilidad.
Las limitaciones concretas se concentran en la capacidad financiera, en relación al respaldo y garantías, y las capacidades técnicas para elaborar propuestas bajo los requerimientos de entidades de financieras.
Los pequeños productores tienen un rol clave en muchos mercados relacionados entre sí, pero encuentran numerosas dificultades para acceder al crédito y a nuevos mercados.
Las dificultades para acceder a innovaciones, conocimientos e información, necesarios para aumentar la productividad y los ingresos, debido a la marginación del acceso a insumos y créditos ajustados a sus necesidades.
Los sistemas de producción sostenible de pequeña y mediana escala demuestran suficiente rentabilidad y pueden competir con las grandes explotaciones comerciales en términos de costos. Las desventajas no están relacionadas con el tamaño de las explotaciones sino con el marco de inversión.
Se prevé que la población mundial aumente en los próximos 30 años de 7300 millones a 9800 millones de habitantes. Esto, junto con la creciente urbanización, impulsa una fuerte demanda de alimentos.
Un suelo sano produce alimentos sanos y más nutritivos.
Los cambios en el uso de la tierra, la degradación de las tierras, contaminación, las especies invasoras y la destrucción de hábitats está reduciendo la disponibilidad de recursos naturales para producir alimentos nutritivos y accesibles para todos.
El aumento del comercio internacional puede estimular la productividad y competitividad, en particular de alimentos de alta calidad nutricional y valor agregado. Sin embargo, el acceso de los pequeños productores se ve limitado por la falta de medidas de contención y las oportunidades de acceso recursos técnicos y financieros.
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La migración está impulsada principalmente por la búsqueda de mejores trabajos y mayores oportunidades de ingresos.
Las 3000 millones de personas que viven en zonas rurales y producen la mayoría de los alimentos son las más vulnerables ante las sequías, inundaciones, epidemias, conflictos armados y las crisis de los mercados. Invertir en los pequeños productores tiene efectos duraderos en las economías, transforma y fortalece las oportunidades de desarrollo sostenible.
Las personas que abandonan la agricultura de baja rentabilidad migran a los entornos urbanos sin más remedio que dedicase a actividades informales en servicios de baja productividad, en todo caso, si no encuentran empleo en la economía local no agrícola se ven obligados a buscarlo en otras regiones dando lugar a la migración estacional o permanente.
Lograr más oportunidades para mejorar los ingresos puede atraer de nuevo a los jóvenes y crear potencial, fortaleciendo la resiliencia con una diversificación rentable y orientada al mercado.
La limitación de los recursos naturales y el cambio climático suponen grandes desafíos.
La transformación de la agricultura se realiza bajo limitaciones ambientales sin precedentes que exigen la adopción de medidas garanticen la gestión sostenible de los recursos, con la conservación y restauración de los ecosistemas.
500 millones de pequeños agricultores de todo el mundo corren riesgo de quedarse atrás.
Para alcanzar las metas y la premisa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible hace falta reforzar los medios que permitan empoderar a los pequeños y medianos productores como agentes cruciales del cambio.
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